When I was ten years old, I found a sick kitten abandoned in a ditch. I took him home, made him a bed from a box, and fed him. The next few days he seemed stronger and even began to play. As I cared for him, my love for him grew, and I was so happy to have a kitten of my own. However, one morning I woke to find my kitten weak and struggling to breathe so I said a little prayer then called my grandma for help. I kept him warm and tried to feed him as she advised. I went to sleep that night just KNOWING he would be okay because Heavenly Father wouldn’t let my kitten die, but the next morning he was worse.
“This isn’t right, I asked for him to get better!”
I begged Heavenly Father to make him better, but as I prayed the Spirit told me that I was praying for the wrong thing. I was heartbroken by this revelation, but knew I had to let him go. I took a moment to say goodbye to my little friend then bowed my head and said;
“I’m ready to let him go. Thy will be done.”
I opened my eyes and watched him take his final breath and pass away.
As difficult and sad as this experience was, whenever I look back on it I see a loving Father looking down on his daughter knowing this lesson was hard but essential to her eternal education. I see a Savior who understood her because He suffered through that experience, thousands of years ago, so he could comfort her. I see a God that loved her and the little kitten and brought them together, if only a short time, to bless each other’s lives.
I am so grateful that God is a merciful and kind teacher devoted to our eternal education. I am grateful for His creations, big and small that he blesses and teaches us through. I’m grateful for the tiniest of means that, even as very young children, teach us very big and eternal principles.
“And were it possible that man could number the particles of the earth, yea, millions of earths like this, it would not be a beginning to the number of thy creations; and thy curtains are stretched out still; and yet thou art there, and thy bosom is there; and also thou art just; thou art merciful and kind forever;” (Moses 7:30)
Jennifer Webb
Traducir por
Hno NeVille
Cuando tenía diez años, encontré un gatito enfermo abandonado en una zanja. Lo llevé a casa, le hice una cama con una caja y le di de comer. Los días siguientes parecía más fuerte e incluso empezó a jugar. Mientras lo cuidaba, mi amor por él crecía y estaba tan feliz de tener mi propio gatito. Sin embargo, una mañana me desperté y encontré a mi gatito débil y luchando por respirar, así que dije una pequeña oración y luego llamé a mi abuela en busca de ayuda. Lo mantuve abrigado y traté de alimentarlo como ella me aconsejó. Me fui a dormir esa noche sabiendo que él estaría bien porque el Padre Celestial no dejaría morir a mi gatito, pero a la mañana siguiente estaba peor.
"¡Esto no está bien, le pedí que mejorara!"
Le rogué al Padre Celestial que lo mejorara, pero mientras oraba, el Espíritu me dijo que estaba orando por algo incorrecto. Esta revelación me rompió el corazón, pero sabía que tenía que dejarlo ir. Me tomé un momento para despedirme de mi pequeño amigo, luego incliné la cabeza y dije;
"Estoy listo para dejarlo ir. Hágase tu voluntad ".
Abrí los ojos y lo vi tomar su último aliento y morir.
Tan difícil y triste como fue esta experiencia, cada vez que miro hacia atrás, veo a un Padre amoroso mirando a su hija sabiendo que esta lección fue difícil pero esencial para su educación eterna. Veo a un Salvador que la entendió porque sufrió esa experiencia, hace miles de años, para poder consolarla. Veo a un Dios que la amó a ella y al pequeño gatito y los unió, aunque solo sea por poco tiempo, para bendecir la vida del otro.
Estoy muy agradecido de que Dios sea un maestro misericordioso y bondadoso dedicado a nuestra educación eterna. Estoy agradecido por Sus creaciones, grandes y pequeñas, que Él nos bendice y nos enseña. Estoy agradecido por el más mínimo de los medios que, incluso cuando somos muy pequeños, nos enseñan principios muy importantes y eternos.
“Y si fuera posible que el hombre pudiera contar las partículas de la tierra, sí, millones de tierras como esta, no sería un comienzo para el número de tus creaciones; y tus cortinas aún están abiertas; y sin embargo tú estás allí, y tu seno está allí; y también tú eres justo; eres misericordioso y bondadoso para siempre ”; (Moisés 7:30)
Jennifer Webb
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